Por: Mónica Gameros

"Yo no escribo para la gente sino para mí, por eso, no me preocupa publicar" dice Edgar Artaud Jarry, mejor conocido como el poeta Edgar Altamirano, de quien disfruto el placer de ser amiga. Estamos comiendo juntos, por segunda ocasión, la plática es amena, intercambiamos gustos literarios y me reconforta saber que no soy la única que se niega a leer de todo y a todos "te contaminas si lees cosas que no van con tu estilo y lejos de criticar autores, busco textos que vayan con mi estilo"

Su nuevo libro Golpeándome la Cabeza, además de incluir el poema "Porque tengo derecho a suicidarme", incluye la historia de otros humanos alrededor del planeta con sus motivos y sus renuncias a la vida. Pero Edgar nos comparte, además, su historia, con relatos en los que caracteriza a su esposa, sus conocidos, sus no conocidos y nos deja entrever los diferentes cursos de la tristeza, que se convierte en poema amoroso; del placer que se convierte en atentado nocturno...

Golpeándome la Cabeza es un libro de 64 páginas con un formato ligero y apto para el lector obsesivo, que aprovecha cualquier momento para ahogarse en la poesía. El tema de la muerte viene bien para el sincretismo que hace del mexicano, el suicida en potencia por excelencia, ya que tenemos una visión diferente sobre la muerte, a caso, muy cercana a la que romanos, nipones y germanos han tenido a lo largo de la historia.

Renunciar a la vida o seguir con ella, la paradoja se tambalea todos los días frente al espejo en el que vemos el hospedaje del tiempo sobre las marcas de nuestros años. Edgar Artaud Jarry lamenta la pérdida de otros poetas, de los más jóvenes, mujeres y hombres que, para dejar de lanzar palabras al viento, deciden saltar y terminar el día con una despedida.

No puede el autor sustraerse a la violencia que implica la muerte y la refleja como hartazgo cuando nos cuenta sobre sus encuentros con narcos o su descendencia virtual. La tristeza, la soledad, el hartazgo y sobre todo la falta de sentido en casi todo, son los elementos de este poeta.

Amigo de Mario Santiago Papasquiaro, Edgar sostiene en la red La Página del Movimiento Infrarrealista de México y, en varias otras páginas en donde escribe y escribe y escribe (es incansable, imparable); todo, todos, estamos presentes en sus poemas, en sus historias, en sus palabras que como un huracán irrumpen en los rincones de nuestras mentes evasivas del dolor y la cruda realidad.

"No quiero llegar a vieja si eso implica que terminé como un bulto" le dije antes de despedirnos, él comprendió y con silencio se despidió de mí en medio de una marabunta que buscaba ofertas de libros de autoayuda en la plancha del zócalo en Ciudad de México.

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